Felipe Mateos Moreno nació en Madrid el 11 de mayo de 1996, aunque su familia también está muy arraigada al municipio toledano de Talavera de la Reina. Es el hijo mayor; y, junto a María y las gemelas Isabel y Cristina, sus hermanas, conforman la familia que un día idearon Carmen y Felipe, sus padres. Es licenciado en el doble grado de periodismo y comunicación audiovisual por la Universidad Rey Juan Carlos, además de tener la titulación del máster de especialización en radio por la Universidad de Nebrija, que le dio la oportunidad de trabajar en Onda Cero, donde entró como «becario» para dar sus primeros pasos en el mundo de la información y del entretenimiento.
Entre sus principales aficiones residen la lectura y el deporte, «el fútbol, en concreto», que es una pasión «no oculta, pero sí poco conocida porque no me suelen preguntar por ello». Desde el mes de febrero convive con Nuria, su pareja, en Madrid, ciudad natal y donde tiene la vida «establecida», tanto a nivel personal como profesional. En definitiva, se siente «muy afincado» en la ciudad. Y la ciudad con él. En cuanto a su trabajo, a pesar de la formación académica que presenta, Felipe no ejerce como periodista, sino que se dedica al mundo del espectáculo, donde lleva «más de diez años» subiéndose a escenarios» para ofrecer un rato de diversión mediante la técnica de stand-up comedy. Es cómico. Pero también escritor, guionista y «funko pop de Woody Allen».

Tiene la profesión más reconfortante del mundo, pero también una de las más complejas: hacer reír a la gente. Sin embargo, no se anda con medias tintas y define su humor como «ácido, provocador y directo» y «sin miedo a incomodar ni a romper con lo políticamente correcto. Me gusta hablar de lo que incomoda, sin filtros ni concesiones«. Su «ADN cómico» se compone de la «ironía» y de «observaciones afiladas sobre lo cotidiano» guiadas, en gran medida, por la discapacidad que este joven presenta desde el momento del nacimiento. Felipe tiene osteogénesis imperfecta, también conocida con el sobrenombre de ‘enfermedad de huesos de cristal‘, una patología que le ha provocado «unas cincuenta fracturas«. Pero su testimonio vital no deja lugar a dudas: «reírnos de lo que duele también es una forma de entender la vida«.
«Mi ADN cómico es ácido, provocador y directo; me gusta hablar de lo que incomoda, sin filtros ni concesiones»
Osteogénesis imperfecta, enemigo íntimo de Felipe
Carmen tenía un embarazo completamente normal, con un desarrollo nada inusual y ansiada por la llegada de su primer hijo. Sin embargo, en torno al sexto mes de gestación, una ecografía puso en alerta a la familia Mateos Moreno y reveló que Felipe podría tener alguna patología que, en ese momento, los facultativos no se atrevieron a tildar: «estaba todo cogido con pinzas», relata. No obstante, los padres de este hoy reputado cómico no dudaron y decidieron continuar adelante En este sentido, a pesar de ser diagnosticado con osteogénesis imperfecta desde el 11 de mayo de 1996, fecha de su nacimiento, no fue hasta el «mes y pico» de vida cuando los médicos le pusieron nombre y apellido definitivo a la enfermedad que padece: «en ese tiempo tuve cinco fracturas en incubadora porque no sabían que tenía los huesos frágiles; me manipulaban como un niño que no tenía la enfermedad».
Con el diagnóstico en la mano, y en un rápido ejercicio de memoria, Felipe revela a Tododisca que ha sufrido «unas cincuenta fracturas» a lo largo de su vida. Igualmente, esta patología, que presenta una baja prevalencia y es catalogada como una de las llamadas ‘enfermedades poco conocidas’, siguió ensañándose con este madrileño, hasta el punto de afirmar que se siente como «un caso raro dentro de lo raro«. La osteogénesis imperfecta también le afectó a la vista, fruto de «problemas con la calidad y absorción del colágeno«, que en su situación le afectaron a la córnea, «una estructura que forma parte de la superficie ocular y que permite el paso de la luz desde el exterior al interior del ojo», define clínica Baviera. A los 18 años, Felipe perdió su ojo izquierdo a consecuencia de un golpe: «combinar una patología donde te rompes fácil con una baja visión ha sido lo más limitante«, reconoce este artista, sincero.

El origen de la enfermedad, a pesar de ser una patología ‘rara’, se explica desde «una mutación genética» o «es hereditaria«. El azar y el destino juegan un importante papel en la asignación de las personas que van a portar el peso de una discapacidad sobre sus espaldas el resto de su vida: «te toca y te toca, no hay más«, explica Felipe. De hecho, con un testimonio cristalino, Felipe no se esconde y alega, sin saber cómo «suavizar la palabra», que «no negaré nunca que tener una discapacidad o cualquier patología es una putada«. El caso de la osteogénesis imperfecta, además, es «muy heterogénea y hay muchas variantes«, por lo que cada afectado es diferente; sin embargo, el mayor contratiempo de estas lesiones es «la limitación que sufres como consecuencia de las fracturas», como no poder acudir a bodas de amigos o imposibilidad de actuar en eventos ya cerrados por estar fracturado. En un vistazo hacia su pasado, Felipe menciona las fracturas de pelvis como «bastantes complicadas», pero la palma se las llevan las «fracturas múltiples», como aquella en la que se rompió la tibia y peroné de la pierna derecha, el fémur de la izquierda y el brazo derecho, una «situación muy limitante».
«No negaré nunca que tener una discapacidad o cualquier patología es una putada. Te toca y te toca, no hay más»
Reír de lo que duele, «una forma de entender la vida»
La risa es el idioma universal. Aquel que se comparte alrededor del mundo y del que todos formamos parte. Una sonrisa basta sirve como amparo de palabras que nunca se han llegado a pronunciar, pero su significado sí ha sido trasladado. Y Felipe lleva más de diez años encima de los escenarios haciendo reír a la gente con un humor «ácido, provocador y directo» que ha tenido desde siempre, siendo él mismo su primera ‘víctima‘: «soy consciente del daño que puede hacerte que otros hagan chistes sobre ti«, explica este cómico. Sin embargo, a lo largo de su vida personal y durante su ya dilatada trayectoria en el mundo de los monólogos, este joven ha sabido transformar su enfermedad en el bastión sobre el que construir su estilo de comedia. Y no le está funcionando nada mal.
Con el paso de los años y de las actuaciones, Felipe ha podido comprobar que, cuando se sube a un escenario, «se genera un ambiente y un contexto donde el público me compra y acepta que sea más capullo«, revela a Tododisca. No obstante, también admite conocer los límites y aquellas paredes infranqueables que no se deben atravesar ni siquiera bajo el paraguas del humor para, de esta manera, evitar que «se perpetúe cualquier tipo de estereotipo». Sin embargo, este «alambre delicado» sobre el que flota Felipe encima de una tarima es el que más le divierte, el que más afortunado le hace sentirse de poder hacerlo y, probablemente el único con el que se siente cómodo: «no sabría hacer otro tipo de humor», reconoce. No obstante, uno de los aspectos que más valora de su profesión es la potestad para hablar de la discapacidad con un micrófono y a través de las redes sociales, que son medios de comunicación de masas: «este trabajo te posiciona y te ayuda a encontrar espacios de visibilidad para transmitir un mensaje de normalización«.

«Reírnos de lo que duele también es una forma de entender la vida«. Esa frase, tan rotunda, es una de las máximas que Felipe tiene instaladas en su vida. Una vida que decidió ofrecerle un camino de espinas desde antes de nacer, pero a la que este cómico ha sabido darle la vuelta para transformarla en un sendero de rosas, fruto del esfuerzo, la valentía y sufrimiento diarios. O, al menos, está en ese proceso, cincuenta fracturas y veintinueve años después. Hoy, ya contrastado en el sector de la comedia, Felipe reconoce que sus inicios «no tienen nada de glamour ni romanticismo», pero que es feliz encima de un escenario: «me da una energía y una fuerza que es lo que más me puede gustar en el mundo», detalla.
«Me siento afortunado por encontrar espacios de visibilidad para transmitir un mensaje de normalización sobre la discapacidad; la gente me compra y me acepta que sea más capullo»
‘Ser distinto no es tan raro’
Subirse a un escenario. Defender los chistes que has escrito. Con sólo un foco alumbrándote y un micrófono para que se te escuche. Y que a la gente le guste. Ese trío de acciones son las que aceleran el corazón de Felipe cada vez que actúa, que define esta situación como «una maravilla por el simple hecho de que te escuchen«. Pero la discapacidad no sólo la normaliza desde un altavoz y un micrófono, sino que también mediante el lanzamiento de su primer libro, bajo el título de ‘Ser distinto no es tan raro‘. Para darle forma a esta publicación, que le llegó «totalmente de rebote y de manera inesperada», Felipe se vio obligado a hacer un trabajo de introspección y de hablar con su gente más íntima para «saber lo que habían vivido» cuando era pequeño. De hecho, afirma tener «horas y horas de charla con mis padres que, si no hubiera escrito el libro, no nos habríamos sentado a hablar tan profunda ni detalladamente de mi enfermedad«.
Paradójicamente, para redactar el libro, Felipe tuvo que ponerse a indagar y remover historias de su pasado cual «periodista de investigación«, la titulación que había logrado unos años antes en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. El contenido de ‘Ser distinto no es tan raro‘ relata como es convivir con osteogénesis imperfecta, la enfermedad de huesos de cristal; pero, esencialmente, abarca «cómo tomarse la vida, la enfermedad y a uno mismo con mucho humor«. Y prueba de hecho es el anuncio que destripa el autor como spoiler a la lectura de su libro: «no es tan frágil como parece«. Este formato no deja de ser otro formato de interacción con el público –crowdwork-, que es otra de las grandes señas de identidad en los monólogos de este cómico madrileño, que asegura que en este tipo de actuaciones «cada veinte segundos tienes un juicio para valorar la calidad y la gracia de lo que tú estas diciendo«. Lo que para algunos serie terrible, para Felipe es «la adrenalina» de su trabajo.

De la misma manera, este joven cómico continúa reinventándose y adaptándose a las nuevas tendencias del sector. Actualmente se ha «lanzado» como profesor de un curso de stand – up comedy para aquellos interesados que quieran estar preparados a la hora de subirse a un escenario y enfrentarse a todo tipo de públicos. Es una formación especializada y personalizada para «pasar de la idea al show», perfeccionando las técnicas de escritura, la puesta en escena, adquiriendo nociones de autoproducción, aprender el manejo de redes sociales y edición de vídeos para «lograr difundir tu comedia«, explica Felipe. Además, al finalizar este curso, el alumno tendrá la oportunidad de demostrar su potencial con una muestra final en un local profesional. El curso se imparte tanto de manera presencial como vía online.
«Tengo horas de charlas grabadas con mis padres que, si no hubiera escrito el libro, no nos habríamos sentado a hablar tan profunda ni detalladamente de mi enfermedad».
Valorarse más allá de la discapacidad
Felipe Mateos Moreno es cómico, escritor y guionista. Ahora también ha emprendido como profesor. Pero detrás de todas estas facetas se encuentra una persona de 29 años que, desde el momento de su nacimiento, batalla cada día con un duro enemigo, como es la osteogénesis imperfecta. Cincuenta fracturas de diferentes huesos evidencian esta patología, que se empezó a dejar entrever en torno al sexto mes de gestación, aunque no fue definitorio, con nombre y apellidos, hasta el «mes y pico» de vida. Esta enfermedad le insta a tener una notable discapacidad, de la que Felipe ha hecho gala a su área cómica para sacarle todo el rédito posible y contagiar a su público y ofrecerle un «espectáculo dinámico, libre y, sobre todo, divertido».
Esta ‘normalización’ de la discapacidad que Felipe demuestra en la conversación que mantiene con Tododisca tiene como responsables a sus padres, y a sus hermanas, que fueron las personas que le ayudaron -y ayudan- «a ser feliz». Es consciente de que «la sociedad y la estructura social complica muchísimo» el panorama y las oportunidades de las personas con discapacidad para despegar o para perseguir sueños, que muchas veces se convierten en utopías, en vez de en realidades. Por ello mismo, insta al colectivo a que «aprendan a valorar y a respetar a uno mismo, con sus cosas buenas y malas y dejando a un lado la discapacidad«. Es un profundo trabajo de introspección, pero el resultado puede ser revelador.

Finalmente, Felipe deja a un lado la comedia para meterse en la piel de periodista. O así lo simula su testimonio: tenaz, sincero y sin tambalear el tono de voz lo más mínimo; con palabras demoledoras y mirada fija. Aboga por un tema sensible y que, a su juicio, es un elemento común de las personas con discapacidad: «tenemos que intentar quitarnos la sensación de deuda con las personas que están cerca de nosotros y que nos ayudan, aunque sea difícil». A él mismo le ocurre, reconoce. Pero también se lo merece, como cualquier persona que se enfrenta a una discapacidad cada día de su vida y le provoca, en ocasiones, desarrollar un humor «ácido, honesto y mordaz«.
«Las personas con discapacidad tenemos que intentar quitarnos esa permanente sensación de deuda con las personas que están cerca de nosotros y nos ayudan; es difícil, pero hay que pensar que también nos lo merecemos»