Laura Sánchez es enfermera. Así lo acredita la Universidad de Málaga (UMA), que revela que obtuvo la titulación en el año 2004. Desde entonces ha ejercido la profesión en el Hospital Costa del Sol de Marbella, que estaba presente «en casi todas las áreas y en todas las plantas» donde podía obtener un contrato de trabajo, pero siempre bajo la premisa de prestar la atención que fuese necesaria a cada paciente y tender la mano a aquel que la necesitase. Así fue hasta que, finalmente, logró ubicarse en «neonatología, en la UCI neonatal» de este centro sanitario, explica. Esta sección del hospital alberga a los pacientes recién nacidos y que requieren una atención especializada y cuidados intensivos a causa de problemas de salud relacionados con el momento del parto.
También es la pequeña de tres hermanas, por lo que junto a Angélica y Nuria conforman la familia que un día idearon Manuel y Antonia. En la cocina, su plato estrella es el pollo ‘tikkamasala‘. Además, a Laura le gusta «muchísimo» viajar, otra de sus grandes pasiones. Ha recorrido diversos países y se ha atrevido a emprender aventuras «grandes» y no aptas para todos los públicos, como visitar la selva de México, entre otras. También menciona, como aficiones, el trienio audiovisual formado por «el cine, la fotografía y la música«. Intentaba sacar ratos libre de su trabajo para disfrutar de estos pasatiempos y ya había comenzado a vivir una vida independiente, siendo «laboralmente estable, sin parar de trabajar y consiguiendo bastantes puntos en el Hospital» trabajando como enfermera en el área de neonatología. Fruto de esa estabilidad que menciona, se había comprado una vivienda con la que se «había hipotecado», un coche y un único pensamiento recorría su vida: «ya estoy encaminada«.

Pero esa línea recta que guiaba la vida de Laura quebró el día 22 de junio de 2013 como consecuencia de un accidente de tráfico que le causó una lesión medular, que le obliga a estar sentada frente al equipo de Tododisca en una silla de ruedas en la sede de Aspaym Málaga, su ciudad natal y en la que reside a día de hoy. Su testimonio no se tuerce un ápice al hablar de aquel suceso, sino que se vuelve todavía más sincero y valiente; la voz es firme y no se intuye el más mínimo temblor, a pesar de la magnitud del impacto personal que originó en ella y en su familia y tras despertar en el Hospital con una respuesta a una pregunta que quiso tardar en hacer: «tienes un diez por ciento de posibilidades de volver a caminar«. Basta con escuchar a Laura para augurar cual iba a ser su siguiente frase: «evidentemente me agarré a ese porcentaje y me dije a mí misma que tenía que conseguirlo«.
«Tenía mi trabajo, había comprado un coche y me había hipotecado con una vivienda; ya había comenzado a vivir una independencia absoluta»
22 de junio de 2013
«Estoy muy cansada, creo que hoy me quedo en casa«. Esa fue la respuesta inicial que Laura dio a sus amigos antes de ir a cenar, que le habían propuesto ese plan. Y no era para menos. El 21 de junio, un día antes del fatal accidente, esta joven enfermera tenía turno de guardia de 24 horas en el Hospital Costa del Sol, donde ya ejercía su profesión con total estabilidad, por lo que estaba de «saliente». Recuerda que fue a su casa, que «por aquel entonces vivía en Benalmádena«, a unos 25 kilómetros de Málaga capital, descansó «pero no mucho» y volvió a Marbella motivada por una cita «con una psicoterapeuta que estaba trabajando con nosotros en un estudio de investigación», expone.
A la vuelta, en una mezcla de cansancio y apetito de pasar un buen rato rodeada de sus amigos, las ganas de juerga inclinaron la balanza de Laura, que reconoce que «me animé» y asistió a la cena. Allí pasó un rato agradable y, cuando terminaron, se subió de nuevo en el coche para, ahora sí, llegar a casa e intentar recuperar las horas de sueño que no había podido gozar todavía: «chicos, me me voy ya«, fueron sus palabras. Laura emprendió el trayecto de vuelta como siempre, pero la vida le tenía preparado un camino totalmente diferente y mucho más cruel. A poca distancia de aparcar el coche, introducir la llave en la cerradura y meterse en la cama, las horas de guardia sin descansar, junto con la tensión de estar en un Hospital, le pasaron factura: «me quedé dormida en el coche porque creo que mi cabeza sólo estaba pensando en llegar«.

El siniestro tuvo lugar en una rotonda de Torremolinos, cuando iba en su vehículo dirección a su casa tras haber acudido a una cena con amigos. Los recuerdos de Laura son dispersos, pero hay algunos previos al impacto que sí recuerda «perfectamente», como el momento de despedirse y de subirse al coche; sin embargo, «en el momento que tengo el accidente ya no me acuerdo de nada. No sabía que había pasado«. Paradójicamente, la doctora que atendió a Laura en el lugar de los hechos la describe como «consciente, orientada y respondiendo verbal y coherentemente» a los estímulos. No obstante, a pesar de esa «amnesia absoluta» en un «momento de adrenalina tan extrema», como enfermera que es, la describe como «un mecanismo que tiene el cuerpo» que le ha evitado «tener trauma». De hecho, a día de hoy, Laura conduce, no tiene «sensación de pánico ni ningún recuerdo negativo ni traumático» y, además ha vuelto a circular por aquella rotonda donde se quebró la línea recta de su vida para acudir a las sesiones de rehabilitación durante seis años sin saber exactamente qué ocurrió.
«Agradezco a la vida que de lo malo me haya dejado lo mejor, que es no tener recuerdos negativos ni traumáticos de lo que me ha pasado»
Lesión medular, un diagnóstico que aceptar
«Fracturas vertebrales con compromiso medular«. Esa es la primera valoración que le ofrecieron a Laura en el Hospital tras sufrir un grave accidente de tráfico. En ese momento, todavía desconoce si la sección medular es «completa o incompleta», pero sí intuye, como enfermera que es, que algo tiene «algo importante» y comienza a sospechar de la posibilidad de una lesión medular. No obstante, prefiere dejar pasar los días, que disminuyese la inflamación y opta por no preguntar más «para protegerme a mí misma también y por tener un mínimo de esperanza para ver qué pasa«, relata. De este modo, ella carecía de «sensibilidad y movilidad», pero con el paso de los «dos o tres días escasos» de ingreso hospitalario, Laura alertó que «siento, siento siento» las piernas y las podía mover mínimamente, aunque fuese a través de espasmos.
Su lesión medular, por tanto, se auguraba como «incompleta», lo que le permitió «recuperar un poquito de sensibilidad y movilidad» en las extremidades afectadas. Bajo esta perspectiva, tal vez más optimista, y tras un mes y medio desde el accidente, Laura se atreve a hacer «la pregunta del millón«, como ella misma la cita, una vez que la derivan a un centro de rehabilitación de lesiones medulares más específicos, en Sevilla: «¿Voy a volver a caminar en algún momento»? La respuesta de la doctora no fue todo lo halagüeña que a esta malagueña le hubiese gustado escuchar, pero aun así su carácter valiente se agarró a ese «diez por ciento de posibilidades» que le dedujeron. No obstante, la batalla de Laura no se preveía exclusivamente contra su cuerpo, sino también contra la Administración, que le negó su «derecho» a ser derivada al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo por no ser un caso que implique la necesidad de un respirador o tener una lesión cervical.
Ante esta permanente negativa, Manuel y Antonia, los padres de Laura, junto a Angelica y Nuria, sus hermanas, han sido el pilar fundamental sobre el que cimentar las bases de esta ‘diferente’ manera de vivir. Finalmente, y tras varias gestiones burocráticas, esta familia logra obtener una tarjeta sanitaria en Cataluña para optar a una plaza en el Instituto Guttmann de Barcelona, un centro concertado, que fue concedida. El deseo había tornado en realidad y todos los esfuerzos de la familia de Laura habían dado sus frutos apenas «tres meses después de mi lesión» y con el alta voluntaria de Sevilla en la mano, «puesto que el tratamiento rehabilitador es muy precario para una lesión medular».
«No me atrevía a preguntar el alcance de mi lesión para protegerme a mí misma y por tener un mínimo de esperanza para ver qué pasa»
La autonomía, el eje sobre el que construir
Si algo tenía claro Laura -y aquellas personas que tienen una lesión medular- es querer «ser independiente«. Y eso lo consiguió esta joven enfermera de Málaga en las primeras semanas que pernoctó en el Instituto Guttmann de Barcelona, donde rápidamente le indicaron qué directrices seguir para realizar las funciones básicas por sí misma, algo que «me dio la vida». El simple hecho de -volver a- vestirse, ducharse y ir al baño sin la ayuda de nadie fue un paso de gigante para Laura, pero también para su familia que, guiados por la fortaleza y el coraje de la menor de las tres hijas, vieron un rayo de luz entre la desgracia que les había azotado hacía apenas tres meses atrás.
«Dependiente, vulnerable y como si hubiese vuelto a nacer» porque la lesión apenas le permitía hacer ciertos movimientos y funciones. Así se sentía Laura durante los primeros meses de rehabilitación, cuando volvió a casa de sus padres para recibir esa ayuda que necesitaba en ese momento. No obstante, ella tenía entre ceja y ceja que «iba a vivir sola» para volver a ser «totalmente independiente» en una vivienda ella sola, y eso es, en gran parte, consecuencia del trabajo que ha desarrollado en el Centro Guttman, del que Laura se siente muy agradecida: «me han enseñado a vivir en una silla para ser una persona autónoma; hay vida mucho más allá de la lesión«. En esta línea, Laura todavía recuerda los primeros instantes de su ‘nueva’ vida sobre dos ruedas, que lo rememora como si fuera una «gymkana» diaria, esquivando obstáculos y siendo «atrevida» para encontrar su propio camino «fuera de mi zona de comfort«.

Entre estas tareas destaca la vestimenta y el aseo personal, entre otras. Pero también la independencia para auparse y apearse de un vehículo, subirse al transporte público o a desplazarse con la silla de ruedas con habilidad y destreza. Pero también a hacer deporte, algo que es fundamental para el tema físico y mental y que, por cierto, a Laura no le ha sorprendido: es campeona de España de remo paralímpico y ha competido en tres medias maratones, pero ya se prepara para la maratón de Barcelona del próximo 16 de marzo. «Hacer ejercicio me ha permitido coger una fuerza imprescindible para tirar de mí y de la silla, además de facilitarme las tareas básicas y evitar caer en depresión«, expone Laura. Hoy, Laura Sánchez celebra su décimo aniversario volviendo a vivir «sola completamente» y de forma independiente tras el accidente de tráfico que casi le cuesta la vida. En definitiva, «todo ha vuelto a la normalidad» y Manuel y Antonia respiran tranquilos, incluso en las ocasiones que Laura ha viajado sola a China para visitar a su hermana: «subir la muralla en silla si que tiene mérito», bromea.
«Recuperar nuestra autonomía se asemeja a la felicidad de un niño pequeño cuando sus padres le dejan ir a cenar sólo con sus amigos. Pero yo ya tenía 30 años»
La familia y amigos, el «motor» para derribar barreras
Dicen que ‘familia unida jamás será vencida‘, y ,en esta ocasión. ese lema popular se cumple a la perfección. Después de un importante revés, un amargo proceso de digestión y alguna que otra discusión interna, la sonrisa vuelve a brotar con fuerza en la cara de sus padres y de sus hermanas, que respiran aliviados ante la diaria demostración de coraje, fortaleza y autonomía de Laura, derribando barreras y convirtiendo la debilidad en una oportunidad. Con una estabilidad laboral que voló por los aires, una independencia que se esfumó por unos años y una jubilación forzosa por Gran Invalidez, esta enfermera es incapaz de hacer tambalear su voz ante un testimonio tan sincero.
También reza otro refrán que ‘quien tiene un amigo tiene un tesoro‘. Y los amigos de Laura han sido un apoyo más fuerte que cualquier silla para evitar su caída en momentos de flaqueza: «ellos se han adaptado a mi y yo me he adaptado a ellos; no se han desprendido de todas las cosas que hacíamos antes de mi lesión«. Esa normalización de una situación inexistente durante treinta años ha sido fundamental para que la vida de Laura continuase hilando los puntos de forma adecuada para volver a coser minuciosamente la línea recta que se fracturó aquel 22 de junio de 2013 en un accidente de tráfico en Torremolinos cuando regresaba, precisamente, de cenar con su pandilla de amistades.

Finalmente, Laura recibe a Tododisca después de su entrenamiento y sesión de rehabilitación en la sede de Aspaym en Málaga con una exquisita puntualidad. En su opinión, «simplemente adaptando la vida a esa discapacidad, las personas en silla de ruedas tendrían una vida exactamente igual«. No hay más secreto. Prueba de ello es el trasiego de jóvenes con alguna patología que entran y salen de las diferentes salas que la Asociación pone a disposición de los usuarios. Esta noche Laura acudirá a un concierto y disfrutará de la vida con el sabor de la autonomía y de la independencia que ella misma ha decidido forjarse.
«Mi familia y mis amigos han sido mi motor, no se han desprendido de todas las cosas que hacíamos antes de mi lesión»